Doña Victoria Ponce tiene 84 años y es originaria del municipio de Ocotal, Nueva Segovia. El fervor por La Purísima le fue transmitido por su familia cuando era una niña.
Doña Victoria recuera que en su juventud la celebración a la Virgen de Concepción era distinta. Los paquetes se envolvían con papel bond, cartón y otros materiales.
“Antes en los altares te regalaban ayote en miel, gofio, caramelo de ese rayado porque no habían dulces más finos y caña. Todo eso te lo daban en la mano porque no había bolsa plástica ni cosas parecidas y uno caminaba con su saquito para cargar”, relata doña Victoria.
La matrona comenta que actualmente los plásticos ocupan un sitio importante en la “gorra” de purísimas y es otro de los cambios que identifica en la celebración.
Victoria Ponce añade que años atrás la celebración a la Inmaculada Concepción de María era solemne y había un derroche de fervor.
“Antes se hacía con respeto y había más temor a Dios. Existía más la unión y fervor hacia la Virgen como Madre de Dios. Hoy muchas personas salen a la calle para pasear, gritar y hasta molestar. No es lo mismo”, lamenta la fiel devota de María, que en su caso celebra la Virgen cada 8 de diciembre.
Por su parte Amparo Rubio Ponce, hija de doña Victoria, se suman a esta gran fiesta católica hace más de 30 años.
Rubio Ponce explicó que desde su punto de vista otro de los cambios notables es que antes la celebración se llevaba a cabo especialmente en León y Managua, no obstante, ahora La Purísima se hace en todo el país.
