Cada 14 de agosto, en los departamentos de Chinandega y León celebran "La Gritería Chiquita", una tradición que no solo llena de fervor las calles, sino que también guarda una historia que se remonta a más de siete décadas.
Según historiadores fue el arzobispo Isidro Augusto Oviedo y Reyes, quien propuso a los fieles rezarle a la Virgen y comprometerse a pagar penitencia si la intercesión de ella lograba que el volcán Cerro Negro cesara de lanzar ceniza que afectaba gravemente a la población.
“Nos preparamos con dulces porque a los chavalos les gusta y algunas pelotas y a las señoras unos rosarios”, dice Haidé Mora, pobladora del barrio San Felipe en León.
El tiempo ha transcurrido y esta festividad se consolidó como una tradición anual aunque el sentido original de la celebración pasó de ser una gritería de penitencia a una gritería de agradecimiento, aún persiste la Fe y la devoción.
La tradición incluye la procesión con la imagen de la Virgen María en diferentes municipios, el levantamiento de altares, modestos y la infaltable “gorra” o “brindis”.