En el marco del 134 aniversario de haber sido elevada a ciudad, el cual se celebra el 8 de diciembre, Estelí mira atrás para reencontrarse con esas raíces que contrastan profundamente con la urbe dinámica que es hoy.
El historiador esteliano Jairo Gámez Leiva nos traslada a esa época donde todo era rústico y esos recuerdos son un tesoro enterrado en cada esquina, un recuerdo entre una ciudad que mezclaba lo urbano con carácter rural.
"Lo que nosotros conocimos como la Calle Real era la línea de la Carretera Panamericana, que antes era la calle central, la salida era por el Puente de Hierro. Las casas eran de adobe, de tierra y de tablas, techadas con tejas. En los años 60 y 70 lograron verse algunas casitas de paja. Eran casas estilo colonial", describe Gámez.
Norman Arauz, un esteliano de 64 años de edad, aún recuerda su etapa de juventud vivida en esta ciudad. Describe un pueblo con calles de tierra y pocos carros que hacían levantar el polvo de la avenida central.
"En aquel tiempo casi todas las calles eran de tierra, las únicas calles adoquinadas eran las 3 de la avenida central, la mayoría de las casas eran de tierra, donde hoy es el barrio El Rosario era un carbonal, el único centro era Catedral y las casas de su alrededor, el campesinado venía en sus caballos a realizar compras en las pocas ventas que había, no cualquiera tenía un carro", recuerda Arauz.
Por su parte, don José Augusto Barrantes Gutiérrez, de 88 años, también comparte un fragmento de la historia de Estelí, recordando su etapa de juventud y cómo disfrutaba entre el barro que sacaban para hacer ollas. También narra que los pobladores se encontraban con frecuencia, pues solo habían de 3 a 4 calles.
"Las calles de Estelí eran pocas, los barrios El Rosario y Paula Ubeda, por ejemplo, no existían. La carretera panamericana pasaba por el centro de la ciudad, no había Escuela Normal, el bulevar Pancasán y el Colegio de las Monjas tampoco existían, era puro monte", explica Barrantes.
91 años es hablar de mucho recorrido e historia y, a pesar de esa edad, Pablo Sevilla, aún conserva en su mente como joyas preciadas los recuerdos de Estelí en su época de juventud.
"Había muchísimas casas pero no de ladrillos, eran de barros, casas verdaderamente humildes, la mayoría andaba a caballo, taxis no habían", comenta Sevilla.
Al final, Estelí colonial, con sus pocas calles de tierra, sus casas de adobe y su ritmo pausado de una comunidad que apenas despertaba, se convierte en un eco que todavía resuena entre quienes recuerdan o han estudiado sus orígenes. Esas raíces sencillas dieron paso a la ciudad dinámica que hoy destaca en el norte del país.