Wilmer Antonio Durón Mendoza es un malabarista originario de la aldea Zambrano, en las afueras de Tegucigalpa, rumbo a San Pedro Sula, Honduras. Desde hace dos años decidió emprender un viaje por Centroamérica, cubriendo sus gastos gracias a la generosidad de las personas que lo apoyan al verlo realizar su arte en puntos estratégicos como semáforos.
Carga una mochila con sus instrumentos de malabarismo y una pequeña bandera de su país. El 21 de enero Wilmer ingresó a Nicaragua por el puesto fronterizo Las Manos y su primera parada en el país fue en los semáforos de la avenida que conduce al hospital de Ocotal.
Wilmer aprendió el arte del malabarismo hace siete años, cuando conoció a otro malabarista hondureño que trabajaba en los semáforos en diferentes puntos del país vecino. Inspirado por él, comenzó a practicar y, desde entonces, ha trabajado en este arte para ganarse la vida.
“Primera vez que entro a Nicaragua. En el malabar llevo siete años. Dios siempre me bendice y me va bien, así me gano la comidita”, añadió.
Desde hace dos años y medio Wilmer ha recorrido México y los países centroamericanos de El Salvador, Guatemala y actualmente sigue su ruta hacia Nicaragua, con la intención de llegar a Costa Rica y luego a Panamá. En el futuro, su sueño es viajar a Sudamérica, llegando a Perú, Ecuador, Argentina y Chile.