Darwin Ramón Navarrete Flores es un joven de 31 años de edad, que habita en la ciudad de Estelí. Durante muchos años estuvo vinculado a la reparación y mantenimiento de bicicletas, sin embargo, al ver que cada vez sus clientes eran menos, decidió cambiar de oficio y emprendió como restaurador y tejedor de sillas de junco.
"Me fue gustando el trabajo de las sillas, le dedico de 6 de la mañana a 6 de la tarde a esta labor", dice Darwin Ramón.
Tejer sillas abuelitas o de junco era un trabajo común en esta ciudad norteña, sin embargo, con la evolución de la tapicería muchos lo abandonaron, por lo que Darwin Ramón se puso el reto de mantener activa esta labor, la cual aprendió de su padre, quien por muchos años estuvo vinculado a la carpintería.
"Mi papá me fue enseñando, tengo mis tíos que saben este trabajo, ellos me enseñaron, tengo mi familia, mis hijos mi esposa, con eso (tejer sillas) he salido adelante", comenta.
Preservando la tradición e historia. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC StereoHace un año, Darwin Ramón comenzó reparando las sillas de su casa, en un pequeño corredor de su vivienda ubicada en el barrio Orlando Ochoa, casi a la orilla de la calle por donde corrían las aguas del Río Estelí, del que ahora solo se tienen recuerdos.
El esteliano dice que a su taller llegan bastantes personas para solicitar la restauración de sus sillas, tanto para las que tienen material de madera, como para las de hierro.
Darwin comenzó su faena en plena pandemia del Covid -19, dándose cuenta que tejer y restaurar sillas tenía mucha demanda. El esteliano admite que tejer sillas parece un trabajo fácil, sin embargo, conlleva tiempo, estética y hasta algunas cortaduras en los dedos por la manipulación del junco. "Se queman los dedos, pero ahí vamos luchando", añade Darwin.
Este tipo de muebles y tejidos, según Darwin, le hacen recordar el valor económico e histórico que tienen en la familias, ya que muchos de esos mobiliarios fueron utilizados para las primeras citas de noviazgos, declaraciones de amor y reuniones familiares.
