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Sacando brillo no solo a los zapatos, sino también a décadas de esfuerzo

Con pasta de lustrar y cepillos en mano, lustradores de Estelí llevan el sustento a sus hogares día con día.

El oficio aún resiste el paso del tiempo. Foto: Byron Altamirano/Radio ABC Stereo
El oficio aún resiste el paso del tiempo. Foto: Byron Altamirano/Radio ABC Stereo

Periodista Redacción Digital ABC
3-Julio-2025
Estelí-Nicaragua

Cada mañana, cuando el sol empieza a salir en Estelí, es una nueva oportunidad para los lustradores, que con esfuerzo y con las manos manchadas de pasta, dan brillo no solo a los zapatos de sus clientes, sino también a la esperanza de sus familias.

Con un buen sentido del humor, Pablo Talavera, de 67 años de edad, se dispone a iniciar sus labores cada día a las 8 de la mañana en el parque central. De igual manera, Roberto Jarquín, de 65 años de edad, tiene una rutina cargada de dedicación.

“Hay que mañanear. A veces vengo a las 6:30, pero no todos los días son buenos”, expresó uno de los entrevistados.

Jorge Luis Gonzáles, a sus 9 años de edad perdió a su padre y desde entonces empezó a laborar como lustrador. Hoy tiene 53 años y con este trabajo ha logrado brindar el sustento a su familia.

“Con este trabajo, gracias a Dios, he sobrevivido y le he podido dar la alimentación y educación a mis hijos. Uno se acostumbra al trabajo”, expresó.

Muchos lustradores empezaron la labor desde niños. Foto: Byron Altamirano/Radio ABC Stereo

Por otro lado, Francisco Javier Hernández, empezó a lustrar zapatos también desde su niñez y mencionó que sus clientes son en gran parte de Estelí, pero también atiende a personas que vienen de Managua y León a visitar la ciudad.

A Inocente Peralta Hernández, de 60 años de edad, y habitante de la comunidad La Montañita, de Estelí, este trabajo le ha permitido darle a sus tres hijas una gran herencia: el estudio. Actualmente, ellas son maestras. No obstante, la temporada lluviosa es un desafío para el gremio de lustradores.

Hay mujeres que también ejercen esta labor, una de ellas es Verónica Camacho, de 52 años, quien tiene 2 hijos y está orgullosa de su trabajo digno.

“No hay ningún problema, uno trabaja dignamente y con esto he salido adelante”, expresó.

Y así, entre cepillos, tinta y pasta, los lustradores de zapatos siguen siendo guardianes de una labor que pule no solo calzado, sino también historias y memorias de la ciudad, porque en cada brillo hay un ejemplo de vida.


Esta nota fue elaborada por Byron Altamirano

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