Escuchar a Roberto Benavidez es como retroceder en el tiempo. Su forma pausada de hablar, su entonación medida y su lenguaje preciso, evocan la época dorada de la locución nicaragüense, cuando las palabras se cuidaban tanto como la música que las acompañaba.
"Uno se adecuaba al tipo de radio, al tipo de locución que necesitaba la emisora, me adaptaba al formato que el dueño te decía, si necesito esto más rápido o más lento", dice Benavidez.
Roberto comenzó su camino en el mundo de la comunicación en el año 1966 en la recordada emisora Radio Alma Latina , de la ciudad de Estelí. Aquella radio fue una escuela formadora de las primeras generaciones de locutores de esta ciudad norteña. Allí dio sus primeros pasos con un micrófono y una vocación ya firme.
"Tenía buen micrófono, la música era diferente, era buena música. Antes las disqueras te mandaban de regalo los discos, los éxitos, uno se dedicaba a eso, pues a estar programando. Y claro, cuando llegué a Chinandega era un poco más moderno", relata.
Roberto Benavides pausó su faceta como locutor, hasta que un 2 de junio de 1996, fue convocado por Javier Rodríguez Castillo, para trabajar en Radio ABC Stereo, emisora que hoy arriba a su 29 aniversario.
"Me retiré bastante tiempo y hasta que Javier un día me llamó, él ya me conocía desde hace mucho. Entonces trabajé y era la voz principal pues creo yo, pasábamos un programa de música ya viejita, era una época de oro", comenta.
Aunque su paso por radio ABC fue corto, fue suficiente para reconectar con aquello que más amaba, hacer radio. Posteriormente se dedicó al perifoneo ambulante recorriendo las calles de este y con su voz.
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Hoy, retirado por motivos de salud, recuerda con orgullo sus años en la locución y en especial su paso por programas como Épocas de Oro de Radio ABC, uno de los espacios más emblemáticos en los que participó y que se mantiene al aire.
"Eso era lo más lindo. Yo siempre soñé con la radio y soñé también con ser un buen buen locutor", afirma.
Roberto Benavides es parte viva de la historia radial en Estelí. Aunque ya no tome el micrófono, su voz quedó grabada en la memoria de una generación que aprendió a informarse, imaginar y soñar con la radio encendida o con el perifoneo.