Con honores, fue despedido ayer lunes 2 de junio el teniente Luis Omar Martínez Soza, originario de Estelí, quien falleció el pasado sábado.
Martínez Soza tenía 42 años de edad y era miembro activo de la Asociación Civil Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Nicaragua.
Según el comisionado Ramón Montano, jefe de la Dirección General de Bomberos, Luis Omar inició su labor desde pequeño, sumando unos 30 años en esa institución. Su historia con los bomberos marcó a varias generaciones de voluntarios y dejó huellas imborrables entre sus compañeros.
“Estamos afligidos por la pérdida de nuestro hermano, teniendo Soza. Sabemos que él nos deja un legado. Él llegó desde que tenía seis añitos con su abuelo. Un ejemplo para todas las nuevas generaciones”, declaró Montano.
A las 10:30 de la mañana de ayer lunes, el féretro del teniente salió de su vivienda hacia la estación general de bomberos. Las sirenas de los camiones rompieron el silencio de las calles estelianas en homenaje al hombre que dedicó su vida a salvar la de otros.
“Agradezco a Dios por el hijo que me dio, un ser lleno de vocación. Tengo que agradecer a los bomberos por formar a mi hijo. Desde que él nació allí estuvieron”, expresó la madre del teniente, Cecilia Soza.
“Más que un padre era mi amigo, él siempre estuvo conmigo”, dijo su hijo, Dylan Omar Martínez.
Al llegar a la estación de bomberos, se realizó una emotiva guardia de honor con participación de delegaciones de distintas partes del país. Más tarde, a las 2 de la tarde, se ofició una misa en la Catedral de Estelí, en la que familiares, amigos y autoridades mostraron su respeto al legado de Martínez Sosa.
“Su formación fue de servicio a la comunidad. Tenemos el compromiso de acompañar y reconocer el servicio que brindó a nuestra ciudad”, declaró el alcalde de Estelí, Francisco Valenzuela.
Al finalizar la misa, su féretro fue colocado en la parte alta de una unidad de extinción, mientras decenas de personas, bomberos y ciudadanos, acompañaron la marcha fúnebre.
Finalmente, el teniente fue sepultado en el cementerio San Francisco de Asís. La ceremonia culminó con aplausos, en un gesto de honor y gratitud. Aunque su cuerpo descansa, su memoria continúa encendida como una llama en el corazón de quienes lo conocieron.