Cada primero de julio, Nicaragua celebra el Día Nacional del Bioanalista Clínico, una fecha dedicada a reconocer la labor de estos profesionales de la salud que son una pieza clave, ya que sus análisis y pruebas de laboratorio son fundamentales para que los médicos puedan diagnosticar enfermedades y tomar decisiones acertadas sobre el tratamiento de los pacientes.
El trabajo de los bioanalistas no está exento de retos. Arisdenny Artola Martínez y Solymar Hernández Romero, ambas licenciadas en bioanálisis clínico del municipio de Somoto, destacan que uno de los mayores desafíos es el acceso a nuevas tecnologías.
Aunque los avances científicos han traído equipos automatizados y métodos de laboratorio más eficientes, su alto costo limita la capacidad de muchos laboratorios en Nicaragua para adquirirlos. A pesar de esto, la experiencia y habilidad de los profesionales les permiten adaptarse y brindar diagnósticos precisos, incluso con equipos menos modernos.
Otro reto crucial, según Arisdenny Artola, es la gestión del tiempo, especialmente en situaciones de emergencia. Los bioanalistas a menudo trabajan bajo presión para entregar resultados rápidos que son vitales para la atención inmediata de los pacientes.
Por su parte, Solymar Hernández menciona que para garantizar la seguridad tanto de los profesionales como de los pacientes, los bioanalistas siguen estrictas medidas de bioseguridad. Esto incluye el uso obligatorio de guantes, gorros de protección, lentes y gabachas, así como la prohibición de reutilizar materiales.
A pesar de los retos, los bioanalistas clínicos hacen una contribución significativa a la sociedad nicaragüense. Artola y Hernández enfatizan que, a través de su profesión, contribuyen directamente a la prevención de enfermedades y a la mejora de la salud de los pacientes.