Empiezan a brillar los primeros rayos del sol y William Antonio Pastora Iglesias pedalea su bicicleta, que conserva desde hace 20 años y que ha servido como medio de transporte para trasladar a la escuela a sus dos hijos. En su rostro se nota la felicidad, pues su anhelo es que en el futuro sus hijos se conviertan en profesionales.
William Elián Pastora Briones, de 17 años, es el mayor, estudia primer año de Arquitectura en la UNAN FAREM Estelí pero por la mañana se dedica a la barbería, oficio que el mismo aprendió con tutoriales, mientras que Gunnar Alexandro, de 10 años, está estudiando quinto grado en la Escuela Hermann Gmeiner y se entrena en la Academia del Real Estelí en la U11.
Los primeros éxitos, según este anegado padre, los ha comenzado a ver a través de las notas y diplomas, así como en los trofeos y medallas que han ganado sus hijos en los campos de fútbol y torneos de Judo. Cada fin de semana, William se transforma en payaso para animar las fiestas que le generen el suficiente dinero para cubrir los costos de alimentación, vestuario y otras necesidades de su familia.
"Siempre he luchado para que mis hijos sean felices, estén siempre con su mamá y su papá, que los sueños de sus estudios sean realizados", expresa este padre de familia, quien agrega que "mi mayor reconocimiento es que mis hijos tengan un buen rendimiento académico, para mí sería un gran estímulo verlos triunfar a ellos dos".
El oficio de Payaso Pitoco lo ha tenido por 15 años, comenzó después de haber perdido su trabajo como mensajero y cuentacuentos, al cerrar la Comisión de Apoyo a Preescolares Comunitarios en Estelí. Motivado por su amigo y profesor de animaciones lúdicas, Mario Martínez, decidió ser payaso. "Me siento orgulloso de ejercer mi trabajo de payaso, ya que con eso he sobrevivido todo el tiempo", sostiene.
"El profesor Mario Martínez me regaló los primeros instrumentos para trabajar como payaso, me regaló un maquillaje de agua, un pantalón cuadriculado, unos zapatos de colores, un gorro, eso me motivó para trabajar la primera vez como payaso", cuenta.
William está certificado como especialista en Formación Básica Socioeducativa, pero desde que empezó su carrera de payaso no la ha vuelto a ejercer por la falta de oportunidades, sin embargo, eso no le hace perder el carisma y vocación de educador, así como de motivador infantil, por eso sus animaciones en las fiestas de cumpleaños son diferentes, aparte del entretenimiento, fomenta el aprendizaje en la niñez.
Ahora tiene 45 años de edad y recuerda que su primer show lo hizo vendiendo globos y pinta caritas en una de las primeras ferias gastronómicas que organizaba cada año el Ejército. Eran tan grandes las bolsas de su primer traje que al viajar en su bicicleta el dinero volaba por los aires y perdió el dinero que había ganado.
El Payaso Pitoco, de niño quería ser psicólogo, algo que no consiguió porque entre las necesidades y la pobreza, no tenía más opciones que trabajar como obrero del tabaco y vendedor de chicles y caramelos, con una caja de madera recorría las gasolineras y estadios de la ciudad, fue hasta que entró como mensajero en la Comisión de Preescolares que lo motivaron a seguir estudiando.
"Pasé mucho tiempo trabajando en la siembra de tabaco, vendiendo en las calles cigarros, dulces, enchiladas, verduras, pasé por muchos momentos difíciles y por eso he luchado para que mis hijos no pasen por lo que yo viví", admite William.
Es increíble saber que cuando un padre de familia ama a su esposa e hijos es capaz de vencer cualquier dificultad, aún cuando tengas que maquillar las lágrimas y dibujarte una sonrisa como le ha tocado al Payaso Pitoco.