En la ciudad de Estelí, al norte de Nicaragua, está pasando algo muy grave: el suicidio se está convirtiendo para muchos jóvenes en el punto final a sus problemas. Las causas y motivos del porqué lo hicieron se han ido a la tumba.
"Está asociado mucho a problemas mentales, hay personas que expresan que se quieren matar, que no quieren seguir viviendo, cuando escuchamos esas expresiones debemos prestar atención", explican expertos.
En 2020, al menos 10 jóvenes decidieron quitarse la vida en Estelí y en lo que va de este 2021, ya se cuentan dos víctimas. Han pasado 10 años y doña Nubia Rugama no supera la muerte de su hijo Juniel Omar Briones Rugama, quien entró en un proceso depresivo y consumo de alcohol hasta el punto de perder contacto social y suicidarse.
"Mi hijo era bien inteligente, él estudió en el San Pancho, nunca me dijeron que mi hijo tuviera problemas, era un buen elemento, bueno a las matemáticas", recuerda entre lágrimas doña Nubia.
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El suicidio en jóvenes es preocupante y es un asunto multifactorial en el que puede haber enfermedades psiquiátricas de desatención por parte de los padres de familia, factores económicos y la presión social, asegura Coralia García, responsable de la carrera de psicología de la Universidad Internacional para América Latina (UNIVAL).
"Hemos conocido que existen factores que inciden para que la persona quiera o pueda quitarse la vida, muchos de estos factores tienen que ver con problemas económicos, problemas familiares, consumo de droga, alcohol, también factores intrafamiliares como el acoso, los abusos, las violaciones, donde la persona no encuentra salida y decide quitarse la vida para no continuar con esa angustia", explica García.
Don José Alejandro Peralta es una de las personas que intentó en su tiempo de juventud quitarse la vida, pero afortunadamente no le funcionó su plan, hoy asegura que fueron los momentos de soledad y depresión los que lo llevaron a querer suicidarse.
"Me sentía triste, solo, un día había tomado la decisión de desaparecer de este mundo, recuerdo que me fui a un cerro, colgué un mecate y afortunadamente el mecate se reventó, antes de eso hubo dos voces: una me dijo que lo hiciera y otra voz que no lo hiciera", cuenta José Alejandro.
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Quienes toman la decisión de suicidarse ven el fin a su sufrimiento, sin embargo, es responsabilidad de cada padre de familia o tutor estar atento, no solo a las necesidades materiales, sino también al afecto, sostiene el hermano marista Ismael González, quien agrega que "cada momento de nuestra vida tiene sentido, creo que a todos hay que ayudarles a descubrir cuál es el sentido de su vida".
Mientras existe ruido en la calle, gritos en un salón de clases o en el puesto de trabajo, en la cabeza pueden retumbar gritos de auxilio y consejería, refiere el presbítero Félix Romero, de la parroquia San Martín de Porres.
"Los padres muchas veces están más enmarcados en el trabajo, en los quehaceres, pero en cuanto a la familia, como que la descuidamos mucho, los padres llegan cansado del trabajo, no le preguntan cómo está el joven, cómo le fue, lo dejan ahí", reflexiona el religioso.
La psicóloga Coralia García asegura que es posible reducir las estadísticas por suicidio, pero para ello es necesaria la participación comunitaria, admitiendo que este es un problema de salud que debe ser atendido en tiempo.
En tanto, para el pastor cristiano evangélico del Centro Cristiano Restauración es necesario mantener una buena comunicación, comprensión y atención entre los jóvenes para frenar este tipo de tragedias en las familias.
En Nicaragua más del 60 por ciento de la población es mayor a los 18 años y menor a los 30, sin embargo, no todos tienen la posibilidad de acceder a una atención psicológica por temor o por falta de recursos económicos. Aunque a nivel local existen algunos esfuerzos como los que realiza el Ministerio de Salud a través del Centro de Salud Leonel Rugama y la UNIVAL Estelí, así también las consejerías que impulsan tanto la iglesia católica como evangélica.