El consumo de alcohol y sustancias alucinógenas poco a poco ha ido acabando con la vida, planes y proyectos de muchos hombres y mujeres en Nicaragua, la única manera de terminar con esto es la educación, impidiendo que los niños, adolescentes y jóvenes sigan consumiendo, porque muchos no tienen la oportunidad de ingresar a un centro de rehabilitación y terminan en la calle e incluso hasta muriendo.
De acuerdo a archivos periodísticos, entre el 2015 y 2020 en la ciudad de Estelí se reportaron al menos 3 muertos por intoxicación y 2 quemados con sustancias. Todos jóvenes entre los 20 y 30 años de edad, con problemas de adicción al alcohol y pegamento.
En septiembre de 2019 Jesús Alberto Talavera, un joven inhalante de pegamento, fue quemado por desconocidos con ácido de batería en una de las calles del barrio Villa Esperanza. El ácido le provocó quemaduras de segundo grado y sangrado en sus piernas.
Después, en febrero de 2020, Darwin Talavera Rizo, de 25 años de edad, primo de Jesús Alberto, fue encontrado muerto a media calle en el barrio Hermanos Cárcamo, según se supo, pudo haber sido por la combinación de medicamentos con alcohol más pegamento los que provocaron su intoxicación y deceso.
La decisión de cambiar
Marvin José Cruz Rodríguez tiene 34 años de edad, él inició tomando licor a los 17 años hasta llegar a consumir droga de todo tipo, entre ellas la cocaína. Estas adicciones le trajeron enfermedades, pérdida de relación y comunicación con sus tres hijos.
Ahora, Marvin lleva poco más de tres meses como interno en el Centro de Rehabilitación El Alfarero, ubicado en la ciudad de Ocotal, Nueva Segovia, lugar donde no solo se ha encontrado con el mismo a través de los diferentes procesos, sino que también comparte sus conocimientos en enderezado y pintura, así mismo en artesanía tallada en bambú de manera voluntaria con el resto de adolescentes y jóvenes que llegan al centro para recuperación.
Él admite que llegó de manera voluntaria a rehabilitarse, pues no quería ser uno más en las estadísticas de muertes por intoxicación o sobredosis, pero también para recuperar su familia, de quien ha recibido todo el apoyo necesario para alcanzar esa meta, además de reinsertarse socialmente.
Cuestión de voluntad
Josué Gamaliel Mejía Salgado, de 26 años de edad, es uno de los estudiantes de Marvin. Desde adolescente ha tenido problemas de adicción con el licor y la droga pero con su ingreso al centro espera regresar trasformado nuevamente a la sociedad, ya que también vio morir 10 de sus compañeros de licor y droga.
Josué Gamaliel busca hacer lo correcto con el tema de la recuperación y está claro que no es la cantidad de meses y años lo que lo va a cambiar, solo es cuestión de voluntad, asegura.
Harvy Pozo, director del Centro de Rehabilitación El Alfarero, relató que comenzaron localmente trabajando con jóvenes en riesgo a nivel de iglesia, pero con el paso del tiempo se dio cuenta sobre la necesidad de crear un programa especializado y de intervención para pacientes con problemas de adicción.
En cuatro años Harvin asegura que se han convertido en un centro de referencia nacional, atendiendo en todo este tiempo aproximadamente a unas 500 personas de diferentes municipios y comunidades de Nicaragua.
A nivel local, las organizaciones religiosas, tanto católica como cristianas evangélicas, también buscan atraer a los jóvenes para que se integren en grupos de estudio bíblico, deportivos, culturales y de trabajo social comunitario, esto como una manera de evitar que éstos se predispongan a caer en el alcohol y las drogas.