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Una maestra comprometida con la educación

Como fruto de su esfuerzo, hoy en día es la fundadora del preescolar Sinaí, en La Porra, uno de los barrios más pobres, ubicado al noroeste de la ciudad de Estelí.


Periodista Martha Celia Hernández
28-Junio-2016
Estelí-Nicaragua

Revolviendo  gallopinto con una enorme cuchara y  delantal puesto, mientras una fila de niños bulliciosos esperaban  la merienda de la mañana,  encontramos  a  la  profesora Carmen Irías Montenegro, quien  a sus  44 años, y luego de una vida de duro  trabajo y dificultades,  decidió estudiar para cumplir el sueño de ser maestra. 


Como fruto de su esfuerzo, hoy en día es la fundadora del preescolar Sinaí, en  La Porra,  uno de los barrios más pobres,  ubicado al noroeste de la ciudad de Estelí.

Y aunque  esta maestra no tiene la energía de una joven de 20 años, tiene la paciencia,  dedicación  y  el deseo de enseñar  a niños y niñas de escasos recursos, tal como lo haría una abuela con los más chiquitos de la casa,   pues relata que en cada estudiante ella  se ve reflejada, cuando en su niñez  únicamente llegaba hasta la puerta de la escuela con un canasto de pan o de tortillas sobre la  cabeza y se imaginaba estar en el lugar de la profesora.

“Nunca es tarde para aprender”,  dice sonriente y con cierto tono de  orgullo la profesora Carmen,  quien    nació en una familia muy pobre con 20 hermanos,   con ayuda de vecinos cursó  hasta el segundo grado durante la dictadura  Somocista,  cuando la escuela  solo  era para unos pocos,  situación  que le marcó su vida.

La idea de volver  a las aulas de clase siempre estuvo presente, pero por la circunstancias de la vida  se le hacía difícil a Carmen poder estudiar, tenía que trabajar duro para  darle educación a sus tres  hijos  y no tenía tiempo,  ni oportunidad de lograr su objetivo.

“Me preocupaba ver como algunos niños de mi barrio estaban oliendo pega o cayendo en las garras de la vagancia y fue cuando me propuse  hacer algo que además que me gustara,  ayudara a mis vecinos”, relató.

Y en el momento que menos esperaba, Carmen escuchó por la radio que un organismo de mujeres apoyaba a madres de familias para que sacaran su primaria,  oportunidad que no dejó escapar.
  
Cuando Carmen  terminó la primaria acelerada, sintió la necesidad de retribuir lo que había aprendido y por iniciativa propia  prestó la bodega a un organismo para impartir de manera voluntaria las primeras lecciones a la niñez de su sector.

Posteriormente la mujer de casi 50 años,  gestionó un terreno en la alcaldía de Estelí  y con el Instituto de Promoción Humana (INPRHU)  y Save the Children,  construyó pequeñas aulas  de clase.

Han pasado 15 años desde esos primeros pasos,  y ahora con título de maestra,  además de la educación preescolar, Carmen Irías  tiene a su cargo  un grupo de  niños en una aula que funciona como  CDI para los hijos de  obreras del tabaco  y de mujeres  que se dedican a  lavar y a planchar ajeno.

Su persistencia y amor por la educación la han empujado a vencer algunos obstáculos  como  la falta de material didáctico, lápices de colores o papel. “La profe nos enseña a pintar con estas flores que trajo del patio de la escuela” dice sonriente Marquitos,  uno  de sus alumnos de preescolar.

 Los padres  de familias, reconocen  que  el trabajo que hace  la profesora  Carmen Irías, no solo ha sido para el bienestar de sus hijos,  sino para ellos también. “Ella  nos enseña a leer y a escribir  y nos dice  que si somos  analfabetas  no podremos  ayudarle con las tareas  a nuestros  hijos ” expresa Morena Tinoco.

 “Yo ante ellos  me pongo como ejemplo, les digo que   jamás es tarde para aprender,  así como usted  me ve,  a mis 50 y tantos años ,  con canas, arrugas  y  sin la esbeltez de una muchacha,  aún  tengo metas que cumplir. Quiero mejorar las condiciones del preescolar donde pienso batallar por la educación hasta que mi cuerpo aguante” expresó la maestra Carmen Irías. 

Esta maestra dice que hoy en día es  una persona realizada, porque  tiene el reconocimiento de su familia y la comunidad. “Hago con amor lo que siempre anhele desde niña, estar enseñando en un  aula de clase. Un  sueño que jamás hubiera realizado sin  estudio”. Así, concluyó su relato la profesora Irías.

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