El 6 de enero marcó el final de la temporada navideña, un día muy esperado por niños y adultos que celebran la llegada de los Reyes Magos. En esta fecha las familias retoman sus actividades laborales y comienza el desmontaje de luces y adornos que han iluminado las casas y negocios durante las festividades decembrinas.
Tradicionalmente, muchas tiendas y comercios retiran sus decoraciones desde el primer día de enero, pero desde un enfoque litúrgico, la Navidad no finaliza hasta el Bautismo del Señor.
El teólogo y delegado de la palabra de Dios, Pablo Mairena Herradora, nos recuerda que existen dos tipos de Navidad: la popular, que comienza con el encendido de luces en los comercios para fomentar las compras y que concluye con el Día de Reyes, y la Navidad litúrgica, que abarca desde la víspera de la Natividad hasta la fiesta del Bautismo, celebrada el primer domingo después de la Epifanía.
Este año, la Navidad litúrgica culminó el pasado domingo 5 de enero, dejando un espacio para la reflexión sobre el significado de estas festividades más allá del consumismo.
Así, mientras las luces se apagan y los adornos se guardan, la esencia de la Navidad perdura en los corazones de quienes celebran su verdadero significado.