Fernando Amador, un joven de 22 años, originario de una comunidad de San José de los Remates, en el departamento de Boaco, llegó a la ciudad de Estelí en busca de mejores oportunidades cuando aún era adolescente.
Su propósito era mejorar sus condiciones de vida y estudiar, pero al principio encontró una intensa rutina de trabajo en el mercado Alfredo Lazo que lo alejó de una de sus mayores aspiraciones.
Al comenzar a trabajar en el mercado como cargador de mercadería, Fernando Amador se enfrentó a una jornada extensa de trabajo que le impedía estudiar.
“Trabajaba de lunes a domingo o de lunes a sábado, y cuando uno tiene un patrón no le dan permiso, porque ya le dicen si uno quiere trabajar o estudiar, y es bien difícil”, indicó Fernando.
Durante cinco años, su vida se limitó a largas horas de trabajo, y la secundaria quedó fuera de su alcance. Sin embargo, tras este período de sacrificio, un cambio llegó a su vida: dejó su trabajo como cargador y decidió convertirse en prestador de servicio de acarreo.
"Entonces empecé el trabajo de acarreo y comencé de la nada, solo con mis manos. Y le doy gracias a un amigo que se llama Deyvin Toruño que me brindó la mano, me dio un triciclo fiado, no me da vergüenza decirlo, porque es un esfuerzo que uno hace día a día, también decidí de que ir a estudiar a empezar mi Primer año, fue un tiempo difícil porque llegan los momentos de desánimo, porque así como hay gente que te motiva, hay quienes te desaniman diciendo que estudiar no sirve", comentó el Amador
A partir de entonces, cada sábado se dedicó a estudiar en el Instituto Guillermo Cano, en la ciudad de Estelí. Gracias a su esfuerzo, hoy está a punto de graduarse como bachiller, convirtiéndose en el primero de su familia en alcanzar este logro educativo.
"Gracias a Dios ya estoy culminando mi quinto año y entonces le voy a dar ese orgullo a mi madre también”, dice el agradecido joven.
Pero el sueño de Fernando no se detiene ahí. Su mayor anhelo es convertirse en enfermero profesional, y seguirá trabajando mientras cursa sus estudios universitarios.
“Hay métodos de estudiar sábado y domingo, voy a continuar”, asegura.
La jornada laboral de Fernando comienza a las 6:00 de la mañana y termina a las 6:00 de la tarde. A pesar de este horario exigente, ha logrado mantener una disciplina constante en sus estudios, ya que para él la manera de terminar con la pobreza es a través de los estudios.