Entre el ruido de los vehículos y la cantidad de gente circulando por las calles aledañas al Mercado Alfredo Lazo, de la ciudad de Estelí, se escucha la voz de un hombre alto, moreno, que cubre sus ojos con unas gafas oscuras y se auxilia de un bastón blanco. Él es Julio César Toledo Cajina, un hombre con discapacidad visual, que ejerce tres trabajos para el sustento de su familia.
"Me coordiné con Emilio, que es una persona que me provee el café para venderlo menudeado y ofrecerlo en las empresas y en las calles, para obtener más recursos y cumplir con los gastos que a veces son muchos", comentó Julio César.
Julio Cesar perdió la vista a los 15 años, luego de sufrir un accidente de tránsito, sin embargo, ese no ha sido impedimento para sacarle provecho a la vida y a las oportunidades que se le presenten, pues en el día trabaja en una fábrica procesadora de tabaco y por las noches haciendo masajes quiroprácticos a domicilio, mientras que los fines de semana empaca café molido en pequeñas bolsas y lo comercializa en las calles de manera ambulante.
"El café sólo lo vendo por esta zona del mercado, aquí en el centro y lo ofrezco también en la empresa. Ahorita estoy iniciando, vamos a ver en el nombre de Dios cómo me va", dijo Julio César.
En ese caminar ha hecho muchos amigos y clientes, todos reconocen su calidad de ser humano, pero también el respeto que tiene para con los demás e incluso hasta le han ayudado para que ponga en marcha su emprendimiento, uno de ellos ha sido Tomás Emilio Caballero.
"Un sábado vino el muchacho que nos provee café de la zona de jinotega y a Julio César se le vino la idea de que sería bueno vender café así en las calles y yo le dije que se preparara, una manera de apoyarlo a él y a su familia para que emprenda", expresó Tomás Emilio Caballero.
Para muchos, una taza de café en el día es una oportunidad de relajarse, cargarse de energía para iniciar la jornada laboral y entrar en contacto con la vida y la realidad, pero para Julio Cesar es la oportunidad de demostrar al mundo que la ceguera no debe limitar al ser humano, sino que por el contrario, lo empuja a desarrollar medios de sobrevivencia.
"Yo les diría que no hay que perder las esperanzas, porque Dios aprieta pero no ahorca y siempre nos abre una ventana para que tengamos una opción de vida, lo único que tenemos que saber entenderla", añadió Julio César.
Este hombre de 40 años de edad, es padre de una niña de 3 años y tiene su esposa quien también es no vidente y trabaja en una fábrica de puros en esta misma ciudad.