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Leónidas Gómez, uno de los primeros zapateros de Quilalí

Don Leónidas Gómez es un referente en el sector zapatero de Quilalí, donde hace décadas fundó su negocio. A lo largo de los años, ha podido enseñar el oficio a nuevas generaciones y se siente orgulloso del desarrollo del municipio que lo acogió cuando era muy joven.

Llegó a Quilalí muy joven y se dedicó a elaborar y reparar zapatos. Foto: Cortesía/Radio ABC Stereo
Llegó a Quilalí muy joven y se dedicó a elaborar y reparar zapatos. Foto: Cortesía/Radio ABC Stereo

Periodista Famnuel Úbeda
22-Septiembre-2021
Nueva Segovia-Nicaragua

Poco a poco, Quilalí se ha convertido en  uno de los municipios más prósperos del departamento de Nueva Segovia, donde el desarrollo se aprecia, no solo en la parte agrícola e infraestructura, sino en las oportunidades que van creando las nuevas generaciones.

Es un municipio que tiene mucha historia por contar y es imposible imaginar un pueblo sin talleres de zapatería, pues en los años 80 este poblado se convirtió  en un referente en Nicaragua por sus famosas botas vaqueras o de amarre de cuero, así como de zapatillas clásicas.

Leónidas Gómez Cáceres es uno de esos primeros zapateros, que además de darle forma al cuero y fabricar calzado a medida y gusto del cliente, también se daba a la tarea de reparar algunos zapatos rotos, pues los clientes estaban lejos de pagar por unos nuevos, por la falta de dinero.

En este país, la zapatería fue un oficio con mucha demanda y remuneración, eso convirtió a don Leónidas en instructor de muchos jóvenes, que hoy son adultos y viven de ese trabajo en distintas partes de Nicaragua, entre ellas Ocotal, Masaya, Estelí y el propio Quilalí.

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"La zapatería Gómez" lleva varias décadas de existencia y sigue siendo la misma, está ubicada frente a un costado de la Iglesia Católica San José, sin embargo, su principal competencia son las tiendas de zapatos usados o industriales, además la materia prima cada vez es más cara.

Hoy don Leónidas no está muy activo, pero su mayor satisfacción es haber convertido su taller en una escuela de aprendizaje y oportunidades, así como tener una casa y haber asumido los estudios de sus hijos, de los cuales uno es economista, otro es ingeniero agrónomo y otro es maestro, mientras que la única hija mujer está dedica a la apicultura y caficultura.

Cuenta que él es originario de  Susucayán, en El Jícaro en Nueva Segovia y que llegó a trabajar en la zapatería a Quilalí en 1945, cuando era apenas un joven, pero en 76 años ha visto el avance y desarrollo que ha tenido ese pueblo, que lo adoptó y donde hizo toda una vida.

Este humilde y generoso artesano del cuero, a pesar de su edad y enfermedades, no deja apagar su entusiasmo e intenta mantenerlo vivo a través de otros  muchachos que han heredado su oficio. Además, con orgullo recuerda que en 1983 fundó el primer grupo de Alcohólicos Anónimos El Esfuerzo en Quilalí.


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