Él es originario y habitante de la comunidad La Concepción, jurisdicción del municipio de La Trinidad, en el departamento de Estelí, lugar donde siempre estuvo dedicado a la agricultura, pero hoy ni su fuerza física ni sus recursos económicos son suficientes para vivir de la tierra, por ello al morir su esposa e iniciar la crisis económica y pandemia del nuevo coronavirus decidió dedicarse al comercio.
En un saco al hombro y dos bolsas de gabacha carga las frutas, verduras y legumbres que oferta al público, lo hace de manera ambulante y a diario este anciano recorre a pie entre tres y cinco horas las calles de los diferentes barrios del Diamante de La Segovia.
Don Juan no dispone de gran capital económico para surtir su negocio, pero sí de clientes que según él hoy son su mejor fortuna, puesto que gracias a ellos se sostiene como vendedor y logra llevar el sustento del día a día a su casa, además comenta que esta actividad le ha permitido no entrar en depresión ni ser carga de nadie.
Para este humilde y tímido comerciante el secreto de su negocio está en levantarse temprano, surtir en base a las necesidades actuales y al presupuesto de las familias, además de ganarse a los clientes con mucha paciencia.
"Vendó poquito, consigo lo que ajusto, tengo hijos que a veces me ayudan pero son pobres igual a mí, no me da miedo andar en la calle, uso mi cubrebocas, me tapo bien", expresó don Juan.