Cuando Estelí despierta, un aroma familiar se cuela entre el tráfico y los pasos de los obreros y obreras estelianas: es el café que cargan hombres y mujeres en termos grandes, junto a canastos de pan. Son vendedores ambulantes, parte del comercio popular, que salen a las calles en busca del sustento y llevan saber por la ciudad.