Este Día del Padre, muchas sillas estarán vacías. No por olvido, sino por necesidad. Miles de padres nicaragüenses han tenido que emigrar, dejando atrás no solo su tierra, sino también momentos irrepetibles con sus hijos.
Se fueron en busca de mejores oportunidades económicas, apostando por el bienestar de sus familias.
Este 23 de junio, muchas personas celebrarán el Día del Padre con una llamada, una foto sobre la mesa o un mensaje enviado a la distancia. No habrá abrazos, pero el amor y la responsabilidad seguirán presentes.
Patricia Almendares, psicóloga del INPRHU y coordinadora de un proyecto de atención emocional a familias de migrantes en Ocotal, advirtió sobre el impacto silencioso que esta realidad deja en los hogares.
“Genera consecuencias, genera un duelo migratorio tanto en los hijos e hijas como en la persona que se va. Esto altera la dinámica familiar, comportamientos, trae conductas inapropiadas en niños producto de esta separación”, explicó la psicóloga.
Desde el punto de vista legal, el abogado Víctor Hugo Tercero recordó que, aunque estén lejos, los derechos y deberes de los padres migrantes siguen vigentes.
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“Hay bastantes divorcios producto del distanciamiento entre los padres cuando estos migran. Después de los divorcios viene el régimen de comunicación y visita, lo que suele generar problemas porque no se llega a acuerdos”, declaró el abogado Tercero.
En las escuelas también se vive esta ausencia.
La profesora Blanca Rosa Arauz, del Ministerio de Educación en Ocotal, ha observado cómo la distancia de papá afecta a muchos niños: algunos muestran mayor necesidad de afecto, cambios de conducta o bajo rendimiento académico.
“No hay amor. Conozco varios casos en donde varios papás están fuera y los niños están solos”, comentó Arauz.
En la actualidad, los padres migrantes y sus familias también enfrentan la presión o incertidumbre por el endurecimiento de las políticas migratorias, especialmente en Estados Unidos. Muchos viven con el temor constante de ser deportados, lo que añade más carga emocional a su sacrificio, así lo relató un nicaragüense que solicitó el anonimato por seguridad.
“Acá la situación es dura. Nosotros estamos en este país estamos ganando para enviarle a la familia en Nicaragua”, expresó.
Aunque muchos padres nicaragüenses están lejos su presencia se siente en cada esfuerzo, en cada llamada y en la esperanza de un reencuentro con sueños cumplidos.