Desde las graderías y en la radio se escuchaba a gritos el nombre del doctor Sergio Chamorro Fletes; el hombre que se impuso desde la portería como uno de los mejores guardametas del Real Estelí y que fue capaz de inspirar a otros, sin imaginar que entre ellos se encontraba Howard Robleto. Un niño que no solo quería imitarlo en el campo de juego, sino que también anhelaba convertirse en médico.
Aunque Howard no llegó a pisar la grama de un estadio, siempre tuvo contacto con el balón desde su colegio de primaria y secundaria, pero también en la calle. Él se convirtió no solo en un buen deportista, sino también en uno de los mejores estudiantes.
Para él llegar a jugar futbol fue más fácil que conquistar su sueño de ser médico, ya que sus padres no podían cubrir sus costos universitarios, pero siempre fue perseverante, entusiasta y lleno de fe, herramientas que le permitieron conseguir una beca de estudios en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Venezuela.
Después de 10 años viviendo y estudiando en Venezuela, Howard regresó en el año 2017 a su ciudad natal Estelí, graduado como médico, pero el tener un título y experiencia, no eran suficientes para alcanzar una plaza de trabajo, pues las oportunidades eran limitadas.
Aun así, fue persistente y lleno de fe, por ello, mientras llegaba la oportunidad de una plaza de trabajo para desempeñarse como médico decidió emprender con la venta a domicilio de nacatamales hasta que un día lo llamaron para trabajar en su profesión en una empresa privada.
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No duró mucho tiempo en esa empresa, pero los recursos económicos que había ganado le eran suficientes para comprarse algunos equipos médicos y atender de manera privada a algunos pacientes, mientras azotaba la pandemia del Covid -19.
En sus primeras consultas médicas el doctor Howard no tenía más que un maletín de mano en el cual cargaba un tensiómetro, un estetoscopio, termómetro y un recetario que es lo básico para poder examinar a un paciente, pero lo que desconocen los enfermos es que la visita del médico demoraba en llegar ya que debía viajar en ruta urbana.
Las crisis se convierten en una oportunidad y es lo que llegó al doctor Howard Robleto que de ser un soñador hoy cuenta con su propio consultorio médico, lugar donde cada cierto tiempo organiza ferias gratuitas de salud.
Por su forma de atender, el doctor se ha ganado el aprecio de muchos estelianos, ya que con lo mucho o lo poco él siempre está dispuesto en atenderles.
Este médico, no olvida sus orígenes, pues antes de ir a la universidad también le tocó trabajar como dependiente de una carnicería y ayudante en un taller de carpintería, mientras su mamá trabajaba como asistente del hogar.
Hoy el doctor se encuentra casado y tiene una hija de un año de edad y se convirtió en especialista en diabetología.
