Bajo inmensos árboles de eucalipto y a escasos metros de la carretea de tránsito internacional, los pobladores del barrio Jaime Úbeda de la ciudad de Estelí decidieron crear el primer jardín comunitario de Nicaragua. Ahí se pueden apreciar flores de diferentes colores, helechos, plantas aromáticas e inclusive hasta frutales.
"Comenzamos poco a poco a sembrar plantitas, hasta el día de hoy tenemos este jardín que hemos cultivado, le damos mantenimiento, era un área limpia, siempre la barríamos y limpiábamos", cuenta una de las pobladoras de la zona, quien agrega que "le da un realce a la cuadra, se mira bonito, la mayoría de personas que pasan se admiran del jardín".
Es un museo vivo de plantas ornamentales en plena ciudad, donde la imaginación, creatividad y el amor por la naturaleza y la conservación del medio ambiente se hacen notar, no solo a través de las flores y frutos, sino también a través del acabado final que tienen las macetas elaboradas con llantas y envases plásticos.
Construirlo ha llevado diez años y doña Briselda Talavera es una de las que ha estado presente, tanto en el diseño, selección de plantas, como en el riego y cuido del jardín.
Esta mujer de 65 años de edad asegura que al entrar en contacto con las plantas y hablar con ellas, mientras las riega, siente que se transporta al campo y se calman sus dolencias y aflicciones ocasionadas muchas veces por la diabetes, enfermedad con la que fue diagnosticada hace un tiempo.
"Cuando me levanto en la mañana, les hablo a las plantas, les deseo que el Señor me las bendiga y sigan lindas porque las plantas también son seres vivos, yo las miro más bonito cuando las riego, amanecen mas verdes, esto me sirve para relajarme y distraerme, ya que a veces una no está bien", comparte doña Briselda.
Es un proyecto comunitario creado entre vecinos, donde todos tienen una misión común: mantener un espacio verde y atractivo en la ciudad, donde las familias amantes de la naturaleza puedan visitar y fraternizar.
"Tenemos flores medicinales, plantas que ya casi dan frutos, compramos llantas en la vulcanizadora para reciclarlas y darles uso, la reacción de la gente es de asombro, les gusta el vivero, se bajan a tomarse fotos y nos preguntan si vendemos las plantas", comenta Lubys Flores Talavera.
Aunque aún no está terminado por completo, ya son muchos los ciudadanos que llegan atraídos por el jardín comunitario a tomarse fotografías, por ello es que buscan construir algunas bancas con material reciclado y pintar las macetas. Los creadores de esta iniciativa esperan que pronto alguna empresa comprometida con la responsabilidad social y medio ambiente fije su mirada en este lugar para que les pueda patrocinar y hacer realidad este sueño.
Hasta antes de la creación de este impresionante jardín, el terreno solo era área verde, sin ningún tipo de atractivos, pero hoy este proyecto se convierte en una experiencia digna de replicar en muchos sitios de la ciudad y el país.