A sus 18 años, Pedro Patricio Marín Muñoz estaba sumergido en el vicio del alcoholismo, no le interesaban los estudios ni el trabajo, pero la preocupación de su madre Teresa Muñoz, oriunda de Susucayán en El Jícaro, Nueva Segovia, le encontró un sentido a la vida del joven.
Fue así que el padre Julio López, quien era el cura párroco de Ciudad Antigua, fue la primera mano que se tendió para sacarlo del fango. El padre de Pedro fue pintor y también hacía los pinceles, de esta manera el niño desarrolló un talento cuyas obras son dignas de admirar.
"Una vez a mi papá le encargaron un trabajo y vi a mi papá hacer los pinceles con pelo de chancho, hacía los pinceles y pintaba, con esa enseñanza que vi desde muy niño él me dijo 'hacelo vos, te voy a ayudar', pero me dejó solo y eso fue como un algo que valió para la conversación de la súplica que mi mamá tenía a la gente de ayudarme", cuenta Pedro.
"El sacerdote Julio López conocía a alguien en Honduras que trabajaba justamente con pintura, él habló con Miguel Toledo, un hombre de Ciudad Antigua, para que pudiera recibirme en su casa y yo poder estudiar en Honduras", relata el pintor.
Ya en Honduras, Pedro fue acogido por una familia y así fue que estuvo por 9 meses recibiendo cursos libres en la Escuela Nacional, allí estuvo bajo la mentoría del maestro Oscar Mendoza, quien le recomendó comprar materiales de calidad.
Hoy en día, Pedro, de 39 años de edad, se dedica a pintar al óleo, sus obras son variadas y se asemejan a una fotografía. La mayoría de encargos lo hacen personas que conocen muy bien su trabajo. En los próximos meses, Pedro hará un taller de pintura en Estelí y quiere llevar estos talleres a toda Nicaragua.