"La persecución es algo necesario en la Iglesia. ¿Saben por qué? Porque la verdad siempre es perseguida", expresó monseñor Oscar Arnulfo Romero en la homilía del 29 de mayo de 1977.
Sus palabras, que algunos consideraban peligrosas, otros valientes, casi siempre eran expresadas desde el púlpito durante la celebración de la Santa Misa que era transmitida por la radio local en El Salvador.
Entre las frases que hoy los católicos recuerdan de San Arnulfo Romero está: "Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado".
Algunos consideraban las palabras de monseñor Oscar Arnulfo Romero como la única alternativa a la propaganda oficial del gobierno militar en El Salvador.
Lea también: Obispo reacciona sobre restricciones migratorias a misioneros
Y fueron precisamente sus palabras las que sellaron su sentencia de muerte durante una misa, según el relato periodístico de la BBC. Un francotirador lo asesinó de un balazo en el pecho cuando acababa de pronunciar su prédica el 24 de marzo de 1980 en la capilla del hospital de la Divina Providencia, en San Salvador.
"Lo mataron por decir la verdad", dijo el primer cardenal en la historia de El Salvador, Gregorio Rosa Chávez.
El sacerdote salvadoreño Julio Melgar, párroco de la iglesia Nuestra Señora del Carmen de la ciudad de Estelí, resaltó las cualidades espirituales que llevaron a canonizar a su coterráneo Oscar Arnulfo Romero.
"Es impresionante la devoción a la vida de este santo, a nivel mundial han hecho jornadas de oración, el mismo Vaticano hizo jornada de oración, lo que nos hace ver la talla de este gran santo, él denunció siempre las injusticias, estuvo siempre al lado del pueblo humilde, sencillo y campesino", destacó el padre Melgar.
