Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo existen 360 millones de personas con algún tipo de pérdida auditiva. Esta cifra representa alrededor del 5.3% de la población mundial. En el caso de Nicaragua, según datos de la Asociación Nacional de Sordos, la población sorda es de más de 12 mil personas, entre niños, jóvenes y adultos.
Dentro de esta grupo de pobladores se encuentra Gerald Reyes Herrera, un joven de 19 años edad, originario de la comunidad La Naranjita, jurisdicción del municipio de San Sebastián de Yalí, en el departamento de Jinotega. Él nació con una discapacidad sensorial auditiva y eso parecía condenarle a vivir enternamente entre la soledad, silencio y autoexclusión.
Gerald no sabía señas, que es el lenguaje universal de la comunidad sorda, tampoco en casa existía alguien que le enseñara o entendiera sus necesidades, sueños y proyectos, además, por si fuera poco, en la escuela comunitaria de primaria a la que asistía tampoco sabían sobre inclusión.
En un momento pensó que su vida estaba condenada a trabajar como peón en el campo, puesto que las únicas herramientas que aprendió a manejar eran el machete y el azadón, ya que ayudaba a su padre en la siembra y aporque de café, así como de granos básicos.
Ángeles en su camino
Al llegar a los 14 años, según narra, se le apareció un ángel y ese era su primo Jairo Úbeda Herrera, quien junto a su esposa Nazarely Rugama decidieron ofrecerle todo el apoyo a los padres de Gerald para que ingresara a una Escuela Especial en Estelí y aprendiera, no solo lenguaje de señas, sino también su educación formal y preparación para la vida.
Hoy esté jovencito estudia el segundo año de educación secundaria en la modalidad sabatina en el Instituto Guillermo Cano Balladares. Para llegar hasta ahí ha sido todo un proceso de aprendizaje, adaptación y perseverancia, según expresó por medio de su lenguaje de señas, pues llegó a una ciudad desconocida siendo un adolescente tímido, sin saber leer, ni escribir, pero rápidamente encontró una instructora, amiga y profesora que lo alfabetizó y preparó para que estudiara la primaria, se trata de Heydi Erenia Velásquez, una maestra sorda de profesión.
El proceso de alfabetización muchas veces la maestra lo hizo desde casa y en otros momentos desde la Escuela de Arte y Comunicación, lugar donde Gerald no solo perdió el miedo sino también se integró en actividades artísticas como baile, actuación teatral y filmación.
Multifacético y soñador
Los conocimientos adquiridos lo llevaron con firmeza a la Escuela Especial Niños Mártires de Ayapal de la ciudad de Estelí, donde tuvo la oportunidad de aprender a leer, escribir, reafirmar conocimientos y participar como atleta en las carreras de velocidad, saltos, lanzamiento y pruebas combinadas en las olimpiadas escolares que organiza cada año el Ministerio de Educación, donde ha tenido la oportunidad de ganar varias medallas en oro, plata y bronce.
Además de participar en competencias escolares y tener excelentes calificaciones como estudiante aplicado, Gerald es amante del buen fútbol, por ello también forma parte de un equipo que promueve la Federación de Deportes para personas sordas en Nicaragua.
La vida, según Gerald, no ha sido solo de estudios, deportes y arte, sino también de trabajo, pues ha aprendido a ganarse la vida en atención al cliente en un tramo del mercado Alfredo Lazo, de vez en cuando, además de trabajar como asistente auxiliar de caja y rellenador de góndolas en un supermercado de la ciudad de Estelí. Su deseo es ingresar a la universidad para convertirse en profesor de educación física.