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La Troja de la Divina Providencia: una herencia del Padre Jaime Valdivia

El Padre Jaime Valdivia fue un hombre entregado a Jesús y al servicio del prójimo. En el barrio Betania su ausencia es dolorosa y recuerdan que además del Monasterio, el sacerdote fundó la Troja de la Divina Providencia, una pequeña ventecita, que más allá de alimentos ofrecía una oportunidad de encontrarse con Dios.

Actualmente la pequeña venta permanece con las puertas cerradas. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo
Actualmente la pequeña venta permanece con las puertas cerradas. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo

Periodista Famnuel Úbeda
4-Agosto-2020
Estelí-Nicaragua

Betania es el barrio donde no solo se construyó el Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de María, donde   el Padre Jaime Valdivia Pinell abrió las puertas para acoger a los jóvenes que sintieran el llamado a vivir la vida monástica y a todo ser humano hambriento y sediento de Dios, sino también donde se ubica "La troja de la Divina Providencia".

"Comprábamos alimentos que el Padre beneficiaba, nos ayudaba mucho. Es una pequeña venta donde se da el producto de la canasta básica a precio de costo para ayudar a las familias de nuestro hogar", recuerdan pobladores del barrio Betania. 

La Troja de la Divina Providencia, ese espacio pequeño donde las familias con recursos limitados pueden acceder a los productos básicos de primera necesidad. No es un proyecto lucrativo sino una manera de llegar a los habitantes de ese sector con la palabra de Dios.


En el barrio Betania lamentan el sensible fallecimiento del Padre Jaime Valdivia. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo


Doña Lilian Rubenia Rodríguez Lira es una mujer que no solo encontró alimentos y palabras de amor y fe, sino también una oportunidad de encontrarse con ella misma como mujer y ser humano, después de tanto sufrimiento. "El Padre Jaime trajo el monasterio, fue un buen amigo y sobretodo nos trajo la Palabra de Dios".

Con lágrimas rodando sobre sus mejillas, doña Lilian recuerda como a través de esa obra que impulsó el Padre Jaime logró cambiarle la vida a ella y a muchas familias de Betania y otros barrios aledaños. "Me siento con ese compromiso de llevar a cabo ese proyecto de vida que tenía para conmigo", sostiene sola Lilian.

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Las puertas de la Troja de la Divina Providencia están cerradas, igual que las del monasterio, pues la pandemia del nuevo coronavirus arrebató la vida de ese hombre de corazón generoso, humilde y entregado a la vida religiosa.

Eso hace ver las calles del sector un poco desoladas, donde se respira un aire de tristeza, donde el duelo entre quienes lo conocieron se hace notar entre sus rostros, lágrimas y recuerdos.


La ventecita es una muestra del amor prójimo y deseo de servicio que promovía el Padre Jaime. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo


La voz suave que transmitía paz fuera del monasterio aún resuena entre los oídos de muchos pobladores como doña Carmen Siles, una mujer que desde siempre apoyó todas las iniciativas que presentaba el Padre Jaime a la comunidad. "Nos consultaba sus ideas, lo que pensaba impulsar para ayuda del barrio, de la comunidad, sobretodo de algunas personas más necesitadas", comenta doña Carmen. 

El dolor más grade de todos los que conocieron la vida y obras del religioso lamentan no haber dado el último adiós como se lo merecía.

Los habitantes y feligreses católicos de este barrio aseguran que el Padre Jaime en vida siempre expresó su deseo de que el monasterio, que el mismo construyó, se convirtiera en su última morada y ahora esperan que los mojes y sacerdotes ordenandos puedan seguir con ese legado.



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