A raíz de la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus (COVID-19), algunos centros educativos privados y subvencionados en Nicaragua han suspendidos las clases presenciales y optado por la enseñanza virtual.
El reto para muchos padres de familia, docentes y estudiantes ha sido adaptarse, crear condiciones tecnológicas y económicas para garantizar el aprendizaje en casa.
Esto implica reajustes económicos en el presupuesto familiar, debido a que en este país centroamericano no todos los estudiantes tienen acceso a internet ilimitado de alta velocidad, un teléfono celular moderno, mucho menos una computadora.
Jordi Briones tiene siete años de edad, habita en el barrio Alexis Argüello de la ciudad de Estelí y este año ingresó con mucha ilusión a su primer grado de educación primaria.
A él le gusta jugar mucho y compartir con sus compañeritos, pero por la pandemia del coronavirus en su escuela cambiaron las clases presenciales por las virtuales, pero no le gusta porque no siempre tiene acceso a internet, además la conexión es lenta.
Los maestros de la escuela de Jordi todos los días envían por WhatsApp las tareas a sus estudiantes y a eso le llaman clases en línea, pero doña Aminta Briones, su abuela paterna y quien aprobó únicamente el tercer grado de educación primaria lo ve complicado, pues de tecnología no sabe mucho pero ayuda con lo poco que entiende a su nieto.
Doña Aminta asegura que no le preocupa tanto la tecnología, sino que cada vez tiene menos recursos económicos para comprar datos y activar el internet, ya que el padre de Jordi se quedó sin trabajo en Costa Rica.
Dilan Molina Torres habita en una comunidad cerca de la ciudad de Estelí y es otro de los alumnos que recibe sus clases en línea a través de una aplicación de Google, actualmente estudia el tercer año de educación secundaria, para él no existe diferencia entre presenciales y virtuales, pero sí tiene un problema con la conexión a internet y el estado del teléfono celular, por lo que siempre se las ingenia para cumplir con sus obligaciones de clases.
Doña Tania Torres Chavarría, mamá de Dilan, es maestra de profesión y desde su propia experiencia asegura que el aprendizaje para los estudiantes a través de las clases en línea nunca será igual, se pierde el contacto visual e interacción entre los docentes y estudiantado.