Después de una dulce y tierna espera, María del Pilar González nunca imaginó que su embarazo, que parecía perfecto, terminaría en malas noticias. "Hubo algunos problemas en el proceso del embarazo que, en otras palabras, como nosotros le decimos, se vino antes de nacer, los médicos nos dijeron que eran pocas las probabilidades de vida", relata María del Pilar.
A los 6 meses de gestación nació César Ulises de Jesús, el tercer hijo de María del Pilar, con una parálisis cerebral. Los médicos no daban ninguna esperanza de recuperación y dijeron que César viviría en estado vegetativo, sin embargo, ella y su esposo César Antonio Huete nunca se dieron por vencidos.
"Lo que los médicos nos dijeron fue que solo un milagro nos podía dejar a nuestro niño y así fue, realmente fue un milagro, nosotros reconocemos que la mano de Dios estuvo de por medio en la vida del niño. A los seis meses aún no se sentaba, fue entonces que lo vio una neuropediatra y nos dijo que la parálisis infantil había afectado su desarrollo y teníamos que estar con mucha fisioterapia. Cuando ya caminaba, a los tres años, lo hacía en puntillas, entonces se le hizo una cirugía que lo ayudó mucho. Férulas, natación y todos esos medios auxiliares permitieron que está así ahora", cuenta María del Pilar.
Amor con terapia
María del Pilar había sido maestra en un Centro de Desarrollo Infantil y esa experiencia de trabajo con niños le permitió desarrollar la estimulación temprana con su propio hijo, además se hizo acompañar con atenciones de especialistas y fisioterapias.
Gracias a esas terapias y amor de familia, milagrosamente este niño ha crecido y ya tiene 17 años de edad. Es uno de los pocos que ha conseguido desarrollar su lenguaje, realizar algunos movimientos, pero, sobre todo logró ser incluido en el sistema educativo en centros regulares.
"Mi primaria comenzó en la Escuela Istmania, fue una de los primeros centros que me abrió las puertas, me tendió sus brazos para yo comenzar a desarrollar mis habilidades como estudiante", recuerda César. "Luego llegué a la Escuela Belén, Fe y Alegría, costó trabajo porque tenían temor de aceptar a una persona como yo, pero me comprendieron y me tendieron sus brazos. Ahora estoy a punto de culminar mi secundaria", manifiesta el estudiante.
César junto a sus padres María del Pilar González y César Antonio Huete. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo
Perseverancia y decisión
César considera que todas las personas con discapacidad pueden desarrollar y aprovechar su parte intelectual, siempre y cuando existan maestras y maestros comprometidos con la educación. "Es importante que los docentes se preparen bien, para que se integren a las necesidades de estudiantes como yo, que responden sin temor, nosotros tenemos muchas capacidades y potencial que podemos desarrollar con apoyo", sostiene.
No ha sido fácil, pero con fe, esfuerzo y perseverancia, César está a punto de terminar la secundaria en el Colegio Nuestra Señora del Rosario, un centro que no solo abrió las puertas para atender las necesidades educativas y de aprendizaje, sino también el corazón de sus docentes.
Ahora el deseo de este jovencito es estudiar robótica, ya que es un apasionado a las computadoras y video juegos, pero en caso de no conseguirlo en Nicaragua, tiene como segunda opción mercadotecnia, ya que él le encantan los buenos negocios y sueña tener un día su propia empresa.
Esta carismático joven anhela estudiar robótica o mercadeo. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo
La superación de César no se asocia a la abundancia de recursos económicos en su familia sino a la fe, amor y perseverancia en abrirse espacios de inclusión.
