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Más de cuatro décadas sobre la ruta de los helados

Don Simeón Báez es uno de los vendedores más antiguos de paletas heladas en la ciudad de Estelí. 40 años lleva trabajando bajo sol y lluvia, mientras recorre la ciudad con su carrito, sonando la campana que anuncia los helados.


Periodista Famnuel Úbeda
30-Septiembre-2019
Estelí-Nicaragua
Don Simeón Báez Sánchez arrastra los pies al empujar su carrito de paletas por las principales calles y avenidas de la ciudad de Estelí, trabajo que ha hecho por décadas, desde que emigró de San Lucas, departamento de Madriz.

Este hombre de edad avanzada y rostro cansado está acostumbrado a ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente y cuenta que comenzó a trabajar en las actividades agrícolas desde que era niño en su natal San Lucas, pero la necesidad de ingresos económicos lo llevó a trasladarse al Diamante de Las Segovias: Estelí.

A sus 74 años, don Simeón, menos ágil y con dificultad, espera cruzar la carretera panamericana para emprender su ruta dulce y helada por cada uno de los barrios, donde espera llegar a niños y grandes con la venta de sus paletas.

Descripción

Don Simeón asegura que seguirá vendiendo helados hasta que su corazón deje de latir. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo

Afectado por el sol y con su rostro marcado por las arrugas, inicia su día a las cuatro de la mañana, está acostumbrado a madrugar para encenderle el fogón a su esposa y luego a las 6 sale para tomar su carrito y hacer sonar las campanitas en señal que va un paletero por las calles.

Según cuenta don Simeón, las ventas no siempre son iguales, a veces vende más de lo esperado y hay días con pocas ganancias. Él espera dejar de sonar las campanas de su carrito hasta que se paralice su corazón.

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40 años lleva vendiendo helados en Estelí. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo

"Aquí dejé mi juventud en este trabajo, ahora hago los recorridos por calles pavimentadas. Las ventas están malas, por día me gano en promedio 100 córdobas, salgo con 80 paletas pero vendo de 40 a 50 unidades, cuenta don Simeón", quien agrega que lo que resiente de su trabajo es que nunca ha tenido un seguro social.

"Es dura esta vida, cuando uno termina se va limpio, no se lleva nada. Me vine de mi pueblo porque allá no había trabajo y no deseo regresar, prefiero seguir aquí vendiendo helados", confiesa.

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