Partió de su natal Italia con el corazón lleno de emoción por anunciar a Cristo, una maleta y un crucifijo en mano, la nave Usodimare se encargó de transportarlo hasta el continente Americano, como buen misionero no encontró obstáculos para su propósito: Llevar el Evangelio a cualquier rincón del pequeño país al que sus superiores le habían destinado, Nicaragua.
Estuvo un tiempo en el Convento San José en Matagalpa practicando el Español, limpiaba la iglesia y oraba la mayor parte del tiempo, luego fue destinado por un tiempo a San Miguelito en Río San Juan, pero la Divina Providencia le otorgó en calidad de Párroco una pequeña y muy pobre comunidad del Departamento de Jinotega, luego del pedido hecho por un grupo de mujeres a Monseñor Julian Barni, este decidió enviar al que consideraba un gran trabajador de la viña del Señor.
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Es así que un 12 de febrero de 1954, el Siervo de Dios llega a San Rafael del Norte para tal y como él se había propuesto: Renovar todo en Cristo Jesús.
"Aquí inicia la historia del Padre Odorico entre nosotros, hoy agradecemos a Dios por haber enviado a esta ciudad a un verdadero Siervo, Padre, Amigo y Hermano, llegó para quedarse y permanece vivo y su trabajo continúa aún, auxiliando a todos aquellos que con Fe le buscan y piden su intercesión", relató un líder religioso de San Rafael del Norte.
¡Alabado sea Dios Padre Odorico!
