Hubo un día en el que Modric fue del eterno rival de su club actual, el día en que lució, con cierto orgullo, la camiseta del nombre con su número (el 14) y su nombre a la espalda. Además Modric expreso que era admirador de Iniesta y Xavi.
Corría el año 2010 cuando una aficionada de esta versión en potencia de Cruyff se plantó en el hotel donde residía el futbolista para llevarle una equipación blaugrana totalmente personalizada.
Aquel año la prensa catalana había especulado con el deseo del Barça de hacerse con sus servicios.
Guardiola buscaba un mediapunta con el que reforzar el equipo y el perfil de Modric encajaba a la perfección en lo que se buscaba.
Él, Modric, lo sabía y, claro está, se sintió halagado por el deseo del conjunto barcelonista. Por eso no le importó dejarse fotografiar con la camisita del Barça. Ya saben: el viejo truco de un guiño inoncente con el que presionar a su club, el Tottenham, para abrirle las puertas hacia otro equipo.
La oferta, sin embargo, no fructificó. Modric se tuvo que quedar un año más en White Hart Lane. Un verano después fue el Chelsea el que le pretendió sin éxito y ahora le ha tocado el turno jugar en el Club que es "ArchiEnemigo" del equipo de sus amores.
